viernes, 5 de septiembre de 2014
Con motivo del aniversario de la Carta de Jamaica
El rol histórico de la Quinta Vicepresidencia en el escenario internacional
Con motivo del aniversario de la Carta de Jamaica
Osly Hernández
Colectivo Social SURCO
El
pasado martes, el Presidente Nicolás Maduro anunció una serie de
cambios en el gabinete ejecutivo, en aras de iniciar una nueva fase de
la revolución que sintetizó en cinco estrategias para “sacudir” de la
Patria los vestigios de la ineficiencia y la corrupción heredados del
Estado burgués, y avanzar a paso galopante en los mandatos de la Ley
Plan de la Patria.
Entre
los cambios habló de la creación de una nueva Vicepresidencia para la
Soberanía Política, que tiene por objeto atender los asuntos alusivos a
la seguridad interna, el desarrollo de los cuadrantes de paz, la
comunicación estratégica y el abordaje de la política internacional del
país, por lo que reúne a los ministerios del poder popular para la
Seguridad y Defensa; Comunicación e Información;Interior, Justicia y Paz
y Relaciones Exteriores.
Esta
configuración parece anunciar una etapa intensa para la revolución, que
coloca al componente comunicacional y las relaciones internacionales
por primera vez en el papel de la defensa integral de la Nación. Y es
que para nadie es un secreto que posterior a la muerte del gigante de la
América contemporánea, el Comandante Hugo Chávez, han arreciado los
ataques hacia nuestro Patria, lo que nos debe llevar a tomar medidas más
eficientes en este sentido.
En
el caso de las relaciones internacionales, resulta imperioso avanzar
hacia la consolidación de la CELAC y la UNASUR, y en especial de sus
políticas monetarias, de intercambio económico con valores de justicia
social y complementariedad, y de defensa mutua. Colocar a Rafael Ramírez
al frente de esta misión, dada su experiencia económica e
internacional, puede dinamizar este proceso y lograr un salto
cualitativo en el sueño bolivariano de la UNIDAD, que dibuja ampliamente
en su Carta de Jamaica.
Para
Bolívar, su mayor deseo fue “ver formar en América la más grande nación
del mundo, menos por su extensión y riquezas que por su libertad y
gloria” y es en este documento donde fija la intención de avanzar en la
construcción del primer organismo internacional nuestro-americano, que
respondiera a nuestros intereses y particularidades. Más adelante, en la
constestación de ese americano meridional a un americano “de esta Isla”
(como titula la carta escrita tal día como hoy, en 1815), apunta:
“Es
una idea grandiosa pretender formar de todo el Mundo Nuevo una sola
nación con un solo vínculo que ligue sus partes entre sí y con el todo.
Ya que tiene su origen, una lengua, unas costumbres y una religión,
debería, por consiguiente, tener un solo gobierno que confederase los
diferentes estados que hayan de formarse; más no es posible, porque
climas remotos, situaciones diversas, intereses opuestos, caracteres
desemejantes, dividen a la América. ¡Qué bello sería que el Istmo de
Panamá fuese para nosotros lo que el de Corinto para los griegos! Ojalá
que algún día tengamos la fortuna de instalar allí un augusto congreso
de los representantes de las repúblicas, reinos e imperios a tratar y
discutir sobre los altos intereses de la paz y de la guerra, con las
naciones de las otras tres partes del mundo”.
Siguen
vigentes los estruendosos deseos del Padre de nuestra República. Sigue
vivo su balance. Y sigue siendo su suelo patrio quien debe pujar hoy
para ver parir un cuerpo internacional sólido que ayude a contener los
cruentos ataques de los grupos económicos internos y externos, cuyo
único objetivo es el fracaso de la apuesta política revolucionaria: el
socialismo, y la recuperación plena de la renta petrolera, hoy
redistribuida en el pueblo propio y hermano.
La
unión sigue siendo la pieza faltante “para completar la obra de nuestra
regeneración” y debemos aprovechar, que el noble pueblo venezolano,
como en los tiempos de Bolívar “ha seguido a la inteligencia”, en contra
del conservadurismo y sus masas adormecidas por su formada obediencia.
Hoy, como ayer, “la masa física se equilibra con la fuerza moral”, con
la fuerza de un Comandante y su hijo chavista que, con grandes
esfuerzos, ha asumido las riendas de la esperanza.
Sin
embargo, no podemos ignorar las advertencias también hechas por
Bolívar, quien llama a fortalecernos culturalmente, a hacernos un pueblo
virtuoso pues:
“Cuando
los sucesos no están asegurados, cuando el estado es débil, y cuando
las empresas son remotas, todos los hombres vacilan, las opiniones se
dividen, las pasiones las agitan y los enemigos las animan para triunfar
por este fácil medio. Luego que seamos fuertes, bajo los auspicios de
una nación liberal que nos preste su protección, se nos verá de acuerdo
cultivar las virtudes y los talentos que conducen a la gloria; entonces
seguiremos la marcha majestuosa hacia las grandes prosperidades a que
está destinada la América meridional; entonces las ciencias y las artes
que nacieron en el Oriente y han ilustrado la Europa volarán a Colombia
libre, que las convidará con un asilo”.
He
aquí la importancia de profundizar en la formación de nuestros cuadros,
de vitalizar el ejercicio del estudio y de entender que pensarnos el
futuro, planificarlo, es un asunto del pueblo todo, que nos liberará del
yugo más fuerte impuesto desde la colonia: la ignorancia, y que
permitirá armarnos de ideas para acompañar los tiempos de lucha, batalla
y victorias que seguimos transitando.