sábado, 19 de octubre de 2013
2013, Año de Prueba de la Lealtad
Revolucionaria.
Qué hacer y Qué No
hacer.
(Documento para el Análisis y la Orientación Revolucionaria)
La Coyuntura:
Este año 2013 ha sido sin duda un año
desafiante. Enfrentamos el primer y más duro golpe el 05 de marzo con la
desaparición física del indiscutible gran liderazgo de la Revolución
continental. Enfrentamos unas elecciones presidenciales en medio del dolor y el
desconcierto, con un gran optimismo que se quedó frío ante los resultados
electorales.
La gente más militante pensó durante
todo ese mes que la emotividad en torno al ejemplo de Chávez haría inclinar la
balanza a favor del proyecto socialista, pero la realidad fue otra, todo indica
que se manifestó de la forma más evidente una tendencia que ya veníamos
identificando y denunciando, y es que en medio de la lucha de clases generamos
una expectativa con fines electorales durante 14 años, plena de beneficios
materiales pero sin sustento propio en un movimiento revolucionario maduro,
cohesionado y formado en el ideal y las herramientas conceptuales y
metodológicas del socialismo. Peor aún, sin un aparato construido para cumplir
esa gran tarea histórica, todo recayó sobre la espalda y el liderazgo del
camarada Chávez como principal motor.
Ya sabemos qué ha venido ocurriendo, la
derecha amenaza y desarrolla una conspiración velada en vista de que el 14 de
Abril no pudieron consolidar la insurrección burguesa, convencer al grueso de
la FANB para una aventura golpista, ni ganar el apoyo internacional necesario.
Durante los primeros meses de gobierno
de Nicolás Maduro, se asumió una especie de transición, de re-acumulación, en
una tregua circunstancial con la derecha, que a más de uno puso a suponer una
presunta conciliación con la burguesía, y al mismo tiempo se
desarrolló una jornada de Gobierno de Eficiencia en la Calle que le permitió al
gobierno de Maduro elevar en 9 puntos su popularidad ante las masas
trabajadoras.
Insistimos en que, en el análisis, es
determinante la lógica desde la cual miremos esta coyuntura. Podemos
cómodamente mirarla desde la búsqueda de costuras de un gobierno que ha
quedado sin su principal liderazgo. Pero en
definitivas cuentas, no se trata ya de evaluar la situación del gobierno como
algo alejado, como una película y de un momento a otro desconfiar al margen del
asunto. Se trata de que este movimiento revolucionario debe recomponerse rápidamente, más aún como fuerzas populares diversas que coexisten y se
interrelacionan de manera compleja en torno a la gobernabilidad. Se trata de que antes de plantear las críticas y reivindicaciones desde
una parte de la vida social y popular, hemos de tomar en cuenta la
totalidad de las relaciones de fuerza.
Las Tendencias:
Esto nos hace reflexionar sobre las
realidades que se encuentran en esta lucha de clases. Identificando por lo
menos tres tendencias nítidas:
1.- El Fascismo:
Que lidera el acumulado electoral y
político del bloque de oposición (a menos que alguien sostenga que Capriles es
de izquierda y dirige el bando opositor con un discurso y un programa
socialista). Hasta entonces, queda claro que la vanguardia de la oposición es
fascista y neoliberal.
2.- El Dogmatismo y el Oportunismo
de izquierda:
Supone que la Revolución, sin Chávez,
cayó en una suerte de estancamiento que puso de manifiesto la incapacidad y la
falta de voluntad del gobierno central de proseguir en el camino revolucionario
y lo llevó a entregar la Revolución, en un matrimonio socialdemócrata. Se
expresa en frases como ”Maduro no es Chávez!” y otras por el estilo. Se invita
a criticar al gobierno demagógicamente sin considerar el contexto total y la
correlación de fuerzas, sin medir que las consecuencias son la desmovilización
y la atomización de la base chavista, sin alternativas revolucionarias propias.
Es de entenderse que la derecha use el
aumento de sueldos y salarios como promesa barata que movilice masas trabajadoras
con necesidades. Lo que resulta trágico es que la izquierda aparentemente más
pura, secunde estas consignas. Estas corrientes internacionales de la
izquierda, son las mismas que apoyaron al supuesto “bando rebelde” en Libia,
suponiendo que había una revolución en marcha contra “el dictador” Gadaffhi.
Ahí quedó Libia destruida e invadida por el imperialismo anglo-francés. Por
tanto, mirándolo bien, esta izquierda está cumpliendo su papel. Consciente o
inconscientemente cuestiona toda la gestión de gobierno, de generar
desconfianza en la conducción de Maduro, de hacerlo ver como un gobierno
entreguista del legado de Chávez, sin considerar la correlación de fuerzas que
este sector es absolutamente incapaz de cambiar, por su minúsculo poder de
movilización.
Una izquierda que sin Chávez estaría aún
en pequeños círculos de iluminados. Una izquierda (en la que hay algunos buenos
amigos y amigas), que sin miramientos, viendo a Chávez enfermo y agonizante
pero con una fuerza de voluntad impresionante para entregarnos la victoria del
7 de Octubre hace un año, lanzó como candidato alterno a Orlando Chirinos para
buscar un supuesto “voto crítico”. Sacaron menos votos que la cómica y
desestimada María Bolívar, pero no les interesa con tal de mirarse el ombligo.
Vaya liderazgo que construye y cabalga sobre el chavismo aprovechando las
contradicciones para mostrarse como la opción más pura y auténtica de la
revolución, a costa de la revolución que se garantiza con unidad de los
factores capaces de sostener el poder popular. Y nos preguntamos y les
preguntamos, ¿será que la derecha aprovecha o no estas luchas reivindicativas
salariales? ¿Será que con el nivel de especulación maleante que desarrolla la
burguesía tendrá sentido pedir un aumento general de sueldos o se diluirá en un
abrir y cerrar de ojos si no logramos ganar la guerra económica? ¿Dará lo mismo
la presencia de Nicolás en Miraflores que la presencia de Capriles?
Bien hacía Lenin en calificar a esta
izquierda irresponsable y dogmática hasta la médula, de “oportunistas de
izquierda”. Y lapidariamente, sentenció: el que aspire ver una revolución
ideal, no llegará a vivirla. La revolución está llena de momentos de avance
pero también de estancamiento, de reacomodos, de reconstrucción esporádica de
las fuerzas, incluso para golpear a los sectores reformistas agazapados en los
frentes y bloques.
3.- Bloque Chavista con Nicolás, un sector que confluye en torno al
chavismo.
De éste, debemos diferenciar a un grupo
oportunista de derecha que se mimetiza para paliar la revolución, ablandarla y
desviarla. Pero que afortunadamente no es la mayoría.
Pero si hay una gran mayoría en torno al
proyecto socialista de una sociedad justa, en torno al ejemplo moral de Chávez
que lo entregó todo y en torno a la posibilidad que da esta coalición diversa
cívico-militar-popular de que las fuerzas revolucionarias acumulen lo
suficiente, para:
a) Contener a la
derecha;
b) Romper con la
hegemonía ideológica de la derecha a nivel de masas y organizar el instrumento
popular (desde los espacios políticos conocidos u otros por construir), que
permita configurar una vanguardia colectiva que tenga fuerza para impulsar el
proyecto socialista (pesar de la derecha y de los sectores reformistas
presentes en el chavismo, incluso de base);
c) Desarrollar una
ofensiva revolucionaria que vaya más allá del salario, que como sabemos expresa
una relación de explotación burguesa que permite que la burguesía se reapropie
del salario a través del mercado, más si es una burguesía que busca
reapropiarse del ingreso petrolero a través de muchas formas, como la
especulación.
Esta tendencia en la cual nos
inscribimos, supone que en ese momento de dura transición ante las amenazas
imperialistas, el gobierno que recién asume debe evaluar sin idealismos la
correlación de fuerzas, situarse en la realidad concreta, evaluar la ofensiva y
el avance de la derecha, no sólo después de Chávez sino incluso durante la
presencia de Chávez en la Presidencia de la República, pues, toda tentativa
debe pisar tierra firme si pretende vencer.
Esa decisión pasa por no arriesgar la
vida de millones de venezolanas y venezolanos, ni el proyecto socialista
latinoamericano, considerando que cualquier dispersión de las fuerzas del
chavismo en su diversidad revolucionaria implica el debilitamiento interno y
abre frentes hacia adentro que se suman a los muchos frentes ya abiertos en la
disputa de masas con guerra mediática, sabotaje económico descarado y potente,
así como el aprovechamiento por parte de la derecha de huelgas alimentadas con
el combustible de las reivindicaciones laborales legítimas de algunos sectores
trabajadores
Desde esta posición pensamos que se debe
profundizar en el debate sobre las reivindicaciones revolucionarias. En esta
circunstancia, cabe preguntarse si las luchas reivindicativas deben ser por
mayor salario nominal (cifra expresada en moneda del valor del salario en
relación a la capacidad adquisitiva en el mercado), o por políticas sociales de
real contenido socialista que sin mediar pago individual en base a la
disponibilidad de cada persona, se ofrezcan a la mayoría trabajadora y eleve su
calidad de vida (como Mercal, Barrio Adentro, Misión Sucre, Misión Vivienda, entre
muchas otras).
Hablando claro, si la gente tuviera que
pagar por Barrio Adentro, Universidad pública y gratuita, vivienda otorgada,
todos los alimentos a precio de mercado y muchos otros servicios, ningún
aumento de salario ni por el 500% le alcanzaría para vivir.
Ahora bien, ¿Qué haríamos sin
misiones? ¿Qué haríamos si se desmantela el mínimo estado de seguridad social
logrado? ¿No volveríamos a la cuarta república neoliberal y la burguesía
especularía con la vivienda que hoy otorga la Gran Misión Vivienda Venezuela?
¿No tendríamos que pagar por una simple consulta médica lo que hoy es
completamente gratuito en Barrio Adentro? ¿No tendríamos que pagar al triple de
precio lo que hoy se otorga en Mercal? ¿No tendríamos que pagar por estudiar en
la universidad lo que se paga en una universidad como la Santa María o la
Católica? ¿Para qué serviría el aumento de salario entonces? ¿No sería para
crear una ilusión falsa que terminaría cuando la burguesía se reapropiara de
ese salario por vía del mercado, teniendo las principales opciones sociales
privatizadas? Es por esto que la derecha usa como consigna populista el aumento
de sueldo y atiza las luchas por el aumento salarial. Porque es una ficción y
ella, de tomar el poder de nuevo, arreglaría esta aparente pérdida inicial,
este costo de producción que se eleva, a través de la privatización de todo y
la especulación brutal para ganar en la salida lo que creemos ingenuamente que
perdieron en la entrada.
Por el contrario, el salario nominal en
el socialismo por el cual luchamos, sería cada vez menos necesario porque la
tendencia será a que cada vez más el Estado Revolucionario garantizara todos
estos derechos independientemente del salario del que disponga cada trabajador
o trabajadora. El salario real es mucho mayor que el salario nominal visto como
quince y último. Lo que quiere decir, que el salario nominal alcanzaría cada
vez más para cosas menos necesarias porque el Estado debe garantizar lo básico
para vivir y si sumamos todos estos beneficios a precio de mercado, ¿cuál sería
el valor real del salario? ¿No sería mucho mayor?
Nuestras Reivindicaciones para la
Ofensiva Popular Revolucionaria:
Entonces, ¿no hay reivindicaciones
justas? Claro que sí. Hay unas reivindicaciones que los revolucionarios y las
revolucionarias debemos impulsar, pero no sólo salarios y huelgas. Hay
reivindicaciones pendientes -de real contenido revolucionario- que aportan a
que la clase trabajadora no tenga solo dinerillo en la mano, sino PODER real,
para decidir y gobernar. Por ejemplo:
1. Consolidación de
las comunas como eje del gobierno popular con cada vez más competencias. Con
estas experiencias territoriales, esa izquierda dogmática rara vez trabaja.
2. Nacionalización
de todas las empresas capitalistas fundamentales para garantizar los
principales bienes, que de manera descarada se han sumado al sabotaje
económico, no por falta de dólares sino para evadir las regulaciones que
defienden el salario de la mayoría trabajadora. Es la única manera de que
podamos garantizar adecuados niveles de abastecimiento.
3. Sistema de
transporte y colocación adecuada de la producción que no esté en manos de
mafiosos intermediarios privados, sino en manos del Estado, sus trabajadores y
trabajadoras.
4. Aprobación
inmediata de la Ley de Consejos de Trabajadoras y Trabajadores como expresión
del Poder Popular en los centros de trabajo, como garantía de estabilidad y
dirección popular de la economía. Estas formas pueden tener deficiencias al
comienzo pero pensamos que es reformista y contrarrevolucionario cuestionar el
modelo por errores de gestión o presuntas irregularidades muy particulares. Si
este es el argumento principal, también serviría para que el poder popular
intervenga los ministerios y las antiguas estructuras de gobierno que han
demostrado adaptarse a la acumulación corrupta de medios que son de todas y
todos, pues para eso fueron diseñados.
5. Mejoras
laborales para los trabajadores y las trabajadoras de las Misiones, inversiones
en infraestructura, recursos técnicos y expansión de los beneficios.
6. Fortalecer la
política pública en materia de mejoras en las condiciones ambientales, de
seguridad y salud laboral en las fábricas administradas por el Estado.
7. Desempolvar,
rescatar, aplicar y defender el Plan Guayana Socialista 2009-2019, como impulso
del desarrollo de las fuerzas productivas en el marco de la diversificación de
la economía y como referencia nacional de un nuevo modelo productivo diseñado
por las trabajadoras y trabajadores de base.
8. Consolidación de
un sistema alternativo de distribución de alimentos y productos, con gestión
comunitaria directa e indirecta, mercal casa por casa, mercados populares, etc,
fortaleciendo la estructura de la comuna como centro de la acción política,
social y económica.
9. Creación de la
Central Única de Importaciones para controlar nacionalmente la importación y
evitar que se desangre el país con empresas de maletín.
10. Dar
respuesta a la ofensiva ideológica de la derecha que ha generado una neurosis
compulsiva consumista y ambiciosa para corromper la base moral del mismo
pueblo, desatando el afán de consumo desmedido, el “pónganme donde haiga”, el
compro en 50 vendo en 100, el con mi burocracia no te metas, con mi aumento no
te metas, etc. Consolidar mediante un fuerte aparato popular revolucionario el
instrumento que genere la nueva conciencia socialista y la convicción a prueba
de guerra económica, como lo logró la Cuba revolucionaria a pesar del bloqueo
económico y la caída de la URSS.
Esto demuestra que las reivindicaciones
que Chávez impulsó no son sólo salario, aunque por supuesto fue Con Chávez que
alcanzamos aumentos salariales consecutivos durante los últimos 14 años y el
salario más alto de Latinoamérica; política que se mantiene con Nicolás Maduro
en la Presidencia.
La mayor reivindicación que debemos
luchar es defender la Revolución Bolivariana en el Poder. Sin ésta, no habrá
reivindicación de nadie, excepto la burguesía. Para ello, debemos cerrar filas
con Maduro, impulsando las campañas que deban impulsarse, las denuncias que
deban hacerse y las críticas que les guste o no, debemos hacer, pero sin perder
perspectiva y sin dobles morales. Solo unidas y unidos somos Chávez. Si hay gente que a solo siete meses de
la siembra de Chávez, ya duda de su decisión y selección de equipo de gobierno
(que en el caso de Maduro está con él desde que salió de Yare en 1994 y
proviene de la Liga Socialista, del movimiento sindical combativo en tiempos de
gran represión), entonces es una confianza vaga y un compromiso militante muy
limitado el que asumieron con el legado de Chávez. No es posible ser Chavista y
solo leer acomodaticiamente “El golpe de timón”, pero saltarnos sus últimas
palabras: UNIDAD, LUCHA, BATALLA Y VICTORIA.
¡PROHIBIDO DIVIDIR NUESTRAS FUERZAS EN
PLENA GUERRA ECONÓMICA!
¡CON TODO CONTRA LAS MAFIAS DE LA
BURGUESÍA PARASITARIA Y ESPECULADORA!
¡ANTE EL INFANTILISMO DE IZQUIERDA,
SOMOS UN PUEBLO MADURO!
Colectivo Social SURCO
Octubre de 2013.