lunes, 4 de mayo de 2015
“A LAS MUJERES LES GUSTA”
“A
las mujeres les gusta que les peguen” repiten hombres y mujeres que sin conocer
a profundidad las historias y vivencias con las que se enfrentan a diario
mujeres en situación de violencia extrema, las culpan por su propia situación
de violencia; es que nuestra cultura patriarcal y machista arraigada en todos
nuestros estratos sociales como siempre, nos hace culpar a las mujeres de todo
y hasta de los propios males que sufren: “ellas se dejan” repiten las voces
ignorantes de una realidad tan dura y tan compleja como la violencia por
motivos de género en la pareja y sobre todo en la pareja estable, con hijos y
de sumisión total, donde la dependencia llega a unos niveles de anulación de la
mujer madre en este caso extremo, pero tan repetido en una realidad oculta dentro
de nuestros barrios y apartamentos “acomodados” de nuestra Gran Caracas en
particular.
Muchas
veces porque no tienen a dónde ir y/o apoyo familiar y más bien la familia, que
debería ser círculo de apoyo para salir de estas situaciones, repiten esquemas
y obligan a las mujeres a permanecer con el hombre que se casaron porque si no
sería “un deshonor”, por ejemplo. En la mayoría de estos casos las mujeres se
dedican al trabajo del hogar, por decisión propia o por coacción de sus esposos
o concubinos, de manera que no tienen sustento económico como para solamente
tomar la decisión e irse con sus hijos bajo el brazo (porque no es lo mismo
estando sola y con apoyo económico y familiar); otras veces la dependencia
emocional y la anulación hacia la mujer es tan bárbara que la sumisión propia
de la mujer no le permite ver otra vida posible sin él; esto se debe no solo a
la retroalimentación de dependencia entre ambos sino a todo el sistema de
valores y construcción patriarcal que día a día se refuerza por todas las vías
socializadoras posibles como la televisión, la radio, la “academia”, las
religiones, y sobre en todo en el seno de nuestras propias familias.. Por eso
es que uno de nuestros primeros papeles si queremos una sociedad realmente
libre de violencia, es empoderar a nuestras mujeres por todas las vías posibles
(incluyendo la económica) para no sólo evitar que estas situaciones de
violencia extrema se produzcan, sino también para que las mujeres tengamos
herramientas para salir de esta situación si nos llegáramos a encontrar
envueltas en ella.
Otras
veces ellas recurren a apoyo jurídico formal, pero normalmente estos casos no
terminan con éxito por 3 razones fundamentales: 1) las pruebas psicológicas y
el proceso en general es muy lento y en 4 meses por lo menos, es mucho lo que
puede pasar; además si no hay apoyo psico-social efectivo, es poco lo que se
puede lograr en todo el proceso; muchas veces las mujeres vuelven con sus cónyuges
por coacción, por miedo, o por dependencia y el proceso desiste. 2) muchas
mujeres tienen miedo de interponer una denuncia o porque temen por sus vidas
(las mujeres no se sienten protegidas en el proceso, sino por el contrario
enfurecen más al agresor) o porque se creen culpables de deteriorar la relación
de sus hijos con sus padres y de no poder darles una vida mejor sin sus padres.
3) Muchas mujeres quisieran denunciar esta situación pero con otras condenas
distintas a la prisión, se asustan al enterarse de que la consecuencia ante su
denuncia puede ser la prisión para el agresor; es decir, muchas mujeres
quisieran que el hombre no se acercara más a su hogar; por ejemplo, como una
medida preventiva que es la del alejamiento del hogar e incluso no poder
permanecer en el mismo territorio donde habitan la mujer y sus hijos, aunque
ciertamente sabemos que es muy difícil ante un hombre enfurecido hacer cumplir
esta sanción (en caso de que la hubiera) ni sistema policial que lo vigile a cabalidad
y por eso se plantea la prisión como única alternativa; sin embargo, creo que
podríamos tener medidas alternativas que consideraran a la víctima en este caso
y se le escuche qué es lo que quiere y que si de lo contrario el agresor no lo
cumpliera, entonces si iría a la cárcel inevitablemente con una segunda
alternativa ya establecida de prisión.
La idea es precisamente empoderar cada
vez más a las mujeres de sus propios procesos hasta jurídicos, donde la mujer
realmente tenga voz dentro del sistema judicial y de su propio proceso jurídico
y no vaya el sistema por otro lado sin considerarla a ella en todo el proceso
legal y dejándola a un lado hasta el final.
María Virginia Meirelles
Militante del Colectivo Social SURCO
Sector Feminista - Caracas