martes, 3 de julio de 2012

El Nuevo Concepto Alimentario-Nutricional en la construcción del Socialismo Bolivariano


Papel para el debate

Al arribar a esta nueva etapa del proceso de transformación que vive el país, y en definitiva el mundo, que en medio de una crisis económica mundial, cobra conciencia de la necesidad de fundar un modelo de sociedad basado en otras relaciones sociales, es menester para los trabajadores y las trabajadoras del ámbito alimentario y nutricional, reflexionar acerca del papel que debe desarrollar el Estado como garante de la alimentación y en especial, una alimentación que rinda tributo a la salud, que se garantice de manera oportuna, accesible a toda la población y que sea auto-sostenida por las fuerzas productivas y distributivas del pueblo trabajador.¿Qué pasa con la alimentación en el mundo?

Distintos economistas han arrojado una proyección alarmante, con los recursos financieros que se han destinado para paliar la crisis de los países desarrollados se pudiera haber alimentado a la población pobre por 600 años. Esta denuncia parece exagerada, pero lo cierto es que la crisis cíclica del capitalismo, que no es más que un reciclaje de la contradicción esencial al capitalismo, entre la acumulación y la explotación del trabajo, implicó para los pueblos europeo y norteamericano y sus economías inmediatamente dependientes, un sacrificio para garantizar la enorme deuda que los bancos sostienen de manera hiper-especulativa sin el respaldo real de la producción, suerte de capital ficticio con el que se tejen toda clase de negocios sin su correspondiente equivalente en la disponibilidad económica real de los trabajadores y las trabajadoras, que son por otra parte, los consumidores y las consumidoras.

En todo caso, lo que si podemos confirmar es que la cifra de pobres y hambrientos tiende a crecer. Más de 800 millones de personas sufren hambre en todo el mundo, que es equivalente a la población de Europa en su conjunto, o en proporción 1 de cada 7 personas.

Frente a esto se pudiera pensar que el problema es de manera simple y superficial un problema de disponibilidad de alimentos, pero esto no es tan cierto. La F.A.O. aclara que: "En los últimos 50 años la producción mundial de alimentos ha aumentado de forma vertiginosa, incluso más que la tasa de la población mundial. Entre 1990 y 1997 la producción per cápita de alimentos creció casi un 25 %, sin embargo, en el mundo aún pasan hambre 830 millones de personas".

Entonces, ¿cuál es el problema real que genera el hambre?

Muchos especialistas, se esfuerzan por resolver esta pregunta desde aristas del problema, desde la superficie con una cantidad de argumentos técnicos y politológicos que no van al fondo del problema. El problema es la lógica del sistema mismo, en el capitalismo, la lógica ganancial va por encima e incluso en contra de la necesidad humana. No importa si se produce más, la distribución se realiza a través del mercado de acuerdo a parámetros de rentabilidad de mercado, en función del interés de ganancia, de tal forma, que pudiera acapararse, especular, o incluso por el contrario disminuir el precio del alimento para hacer de los alimentos mercancías competitivas que desplacen del mercado a la competencia. El interés del empresario es acumular más capital, a costa de la explotación del campesinado o productores primarios, de los obreros industriales, del consumidor final. Por eso nunca estará en el interés del empresario de las grandes cadenas de alimentos hacer un producto de calidad que beneficie por igual su bolsillo que la salud del consumidor y el trabajo realizado por quienes cultivan, crían y procesan. No es un problema de moral, o de falta de educación. Está en la lógica del sistema que enfrenta a la mayor parte de la población con un interés concreto de vivir y alimentarse dignamente contra el interés concreto de quien piensa hacerse rico a costa de la vida y la alimentación del resto.

El problema no es el alimento, el problema es el sistema.

Así, está pensada la producción bajo la premisa de mayor ganancia al mínimo costo, incluso reduciendo la calidad de los procesos productivos, produciendo en masa y a granel mediante la modificación genética o transgénica, usando grandes cantidades de agro-tóxicos que se acumulan en el producto, aplicando toda clase de conservantes y aditivos químicos –muchos de ellos demostradamente cancerígenos y perjudiciales- y financiando una gran campaña de promoción publicitaria a costa de la salud mental de la población y la libre elección de lo que queremos.

¿Cómo sabemos qué nos puede gustar o que no, si todo lo que conocemos está fundado en grandes publicidades? ¿Conoceríamos Mc Donalds o Coca-Cola si no tuvieran grandes cadenas de producción, distribución y sobre todo un gran aparato propagandístico? Hay que ser muy tonto para creer que de verdad elegimos libremente comer comida chatarra o mantener hábitos alimentarios perjudiciales. Nos han convencido de hacerlo, porque somos -en el lenguaje técnico del mercadeo- “targets” o, en español: “objetivos”. Objetivos de sus campañas, objetivos de sus intereses.

Es así que existe una lucha de clases, no por un resentimiento personal contra algún gran dueño de empresas y corporaciones, si no porque hay un conflicto de intereses entre una gran parte de la población y una minoría explotadora que depreda el mundo, se apropia del trabajo ajeno, especula y engaña.

¿Qué pasa en Venezuela?

Venezuela junto a otro pueblos del mundo, viven un proceso de transformación sin precedentes, con el empuje de un movimiento de masas y movimientos revolucionarios que han luchado prácticamente heredando la resistencia anti-colonialista aborigen y las luchas independentistas con un nuevo contenido anti-capitalista. De estas encarnizadas luchas que se manifestaron en el país durante los últimos tres siglos venimos, con una dura expresión anti-oligárquica en el siglo XIX, como fue la guerra liberal, reencontrándonos en 1958 tras la expulsión de la dictadura perezjimenista, en que el movimiento popular venezolano guiado por sus partidos de vanguardia movió los cimientos del poder del Estado y con él sus fuentes de apoyo.

Lamentablemente, los alcances populares del 23 de enero fueron traicionados y sus pilares anti-capitalistas y anti-imperialistas, fueron excluidos del gobierno. El 89’ demostró las grandes contradicciones del sistema capitalista en su apuesta neoliberal y abrió el paso al surgimiento de la unidad cívico-militar progresista que derivaría en la toma del gobierno en 1998.

Hemos de reconocer que el liderazgo de Hugo Chávez ha sido un factor fundamental para construir la nueva propuesta contra-hegemónica que articularía al bloque nacional-popular anti-neoliberal, primero, luego anti-imperialista y socialista.

No es, si no hasta el Gobierno de Hugo Chávez que se hace posible por vez primera la garantía de la alimentación como derecho humano, esto es reconvertir la alta renta petrolera y el impuesto nacional, en miles de beneficios sociales. Entre ellos, la Misión Alimentación que distribuye toneladas de alimentos y ha permitido la reducción de un índice propio de la miseria capitalista como es la desnutrición. Hoy se ha reducido en un 62% este flagelo, precisamente porque tras la política del Gobierno Bolivariano se condensa el interés de clase a favor de los explotados y explotadas, en otrora desnutridos y desnutridas, aquellos que fabricaban harina pero no tenía alimentos, que transportaban insumos, pero carecían de ellos, quienes cultivaban pero morían de hambre y mengua en los campos.

Más de 250 muertos le costó al movimiento campesino la recuperación de más de 10 millones de hectáreas destinadas a casas vacacionales de la burguesía importadora que hacía grandes negocios con los derivados de la renta y mantenía jugosos contratos con sus aliados en el Estado. Más de 3000 procesados le costó a la clase obrera productiva venezolana, impulsar junto al Comandante Chávez la nacionalización y colectivización de las fábricas, que entre otras muchas cosas, producen  alimentos.

En síntesis, Venezuela como vanguardia de los cambios sociales revolucionarios junto a Cuba, ha redirigido la política del Estado como ente totalizador de la organización social hacia la cobertura de los principales servicios y derechos, en la medida que otros intereses se expresaron políticamente tras un conjunto de luchas que alcanzaron su madurez y la unidad suficiente para imponerse bajo el liderazgo de Hugo Chávez.

Hoy, encontramos una realidad distinta en Venezuela que merece nuevas herramientas conceptuales y categóricas. Hablar de nutrición es posible y tiene sentido porque prevalece en el poder del gobierno nacional una voluntad política que permite a la gran mayoría de los venezolanos y las venezolanas, alimentarse por los menos tres veces al día, accediendo a productos de contenido proteico que le habían sido suprimidos y que ahora han aumentado en su disponibilidad en más de un 54%.

¿Por qué avanzamos a la plena seguridad alimentaria?

Comprendemos que el Gobierno Bolivariano atiende las necesidades fundamentales de la población, que no implicaban como muchos pensaban bajo una lógica intelectualizada e idealista, que eran elementos de orden técnico, que dependían de la falta de información o explicación, sino que eran por el contrario, asuntos políticos, asuntos que dependían de un balance en el poder del Estado, de la composición de clases que configuraba el gobierno y el Estado.

Con la llegada de Hugo Chávez, no solo llega un proyecto distinto, sino una serie de luchadores y luchadoras en articulación cívico-militar que tienen intereses distintos a las trasnacionales de alimentos y sus amigos fieles importadores en el país, o el oligopolio que controlaba la mayor parte de la producción de alimentos.

En 1989, el doctor Juan de Jesús Montilla, junto a un grupo de profesores universitarios, proponía una alternativa a la receta neoliberal para cubrir los requerimientos nutricionales de la población a base de productos nacionales que permitieran reactivar el aparato agro-productivo del país, demostrando como rubros estratégicos en función de la geografía nacional, de ciclos cortos y de viabilidad agrícola tropical, podían ser distribuidos con el fin de cubrir la dieta del venezolano. En vez de eso, se redujeron las proteínas de la dieta del pueblo pobre y se le dieron migajas a base de carbohidratos y grasa.

No era posible otra decisión, no dependía de la buena voluntad del gobierno de Carlos Andrés Pérez, sino del interés material de la clase gobernante. Ahora es posible porque otra clase se impone democráticamente para garantizar los derechos de todos y todas.

En conclusión, si queremos acabar con la pobreza y el hambre, los y las pobres teníamos que tomar el poder. Y en eso estamos.

Categoría 1, de la Asistencia a la Promoción del Poder Popular en Alimentación:

La lógica de libre mercado impuso una frustrada atención asistencial de las patologías asociadas a la alimentación y la nutrición, principalmente, a la desnutrición o malnutrición por déficit. En otro lugar y casi como servicio de lujo, la dietética tradicional de la mano con la industria de productos light, atendía de manera fundamentalmente privada, el asunto del sobrepeso y la obesidad.

Tras los giros de la situación social la desnutrición pasó a ser un mal menor, casi excepcional, pero en cambio el sobrepeso y la obesidad desde la infancia hasta la adultez fundamentalmente, cobra una importancia vital. Las enfermedades asociadas no solo se derivan del exceso de alimentos que se ingieren, sino de la falta de información al respecto, de una amplia penetración de la comida chatarra y la consecuente propaganda engañosa. La gama variopinta de alimentos y golosinas procesados con altos niveles de azúcar, grasas y aditivos, se convierten en grasa y exceso de sustancias que deterioran la salud del pueblo y sujetan el desarrollo agro-productivo a una demanda alienada que prefiere en las grandes ciudades el consumo nocivo de comida mal procesada, a base de ingredientes dañinos y a base de insumos importados como el trigo. No lo elegimos, no los impusieron las grandes cadenas de alimentos. Las mismas que hoy conjuran la voluntad del pueblo paraguayo, para apoyar a la oligarquía de los partidos liberal y colorado y escamotean las revueltas populares para adueñarse del agua, los campos y la mano de obra en Nuestra América.

Categoría 2, De la Cura a la Prevención:

Es por eso, que hoy más que nunca se hace necesaria una plataforma educativa y productiva que consolide y articule los esfuerzos honestos que ha tenido el Gobierno Bolivariano en la producción y el abastecimiento, con un consumo que hemos de llamar sano, seguro y soberano.

Se trata de levantar velas, desprendiéndonos de la tradicional labor que reduce el papel de los y las profesionales de la nutrición y la alimentación (ingenieros, nutricionistas, educadores/as), a unos simples consultores o médicos asistenciales, para promover una gran campaña a favor del consumo consciente, sano, seguro y soberano que arroje saldos de organización popular. Implica pasar de atender las consecuencias a resolver las causas estructurales, apoyando la labor de gobierno en la educación de la población para producir localmente, fortalecer la misión alimentación abriendo camino a la soberanía agroalimentaria desde lo local, garantizando la distribución oportuna, el papel protagónico del pueblo en la gestión alimentaria, procurando medidas que conllevan a una Revolución Cultural Alimentaria en que retomemos lo más sano, seguro y soberano de nuestras costumbres alimentarias y prioricemos los rubros estratégicos para el país, que además de todo lo anterior, se expresa en una gastronomía popular venezolana y latinoamericana gustosa y sabrosa.

Categoría 3, del Individuo como “Paciente” al Pueblo como Sujeto:

Organizar y educar(nos) como Poder Popular que atienda la alimentación tanto como atiende los problemas de infraestructura, vivienda y ropa, requiere que el pueblo en sus espacios comunitarios, laborales y populares, sea asumido como principal sujeto. De tal forma que más que un paciente a ser asistido pasivamente, examinado y recetado, se convierta en un activo agente con plena conciencia de la alimentación que garantice calidad de vida, o más bien, Buen Vivir. Más que consultas periódicas, requiere toda la información que le permita comunitariamente disponer de las medidas para garantizar producción soberana, transformación de calidad desde las empresas socialistas y el procesamiento artesanal o semi-industrial, distribución oportuna y desde fuentes cada vez más locales, así como conciencia de lo que se come y cómo prepararlo adecuadamente, como un campo de batalla ideológica que tiene una connotación política y económica, puesto que consolida espacios de micro-poder, a la vez que articula la totalidad del tejido popular para impulsar nuevas reivindicaciones generales, como poder totalizado.

Categoría 4, del Método de la Asistencia al Método de la Autodeterminación:

Los métodos de educación y organización popular que han permitido impulsar y consolidar grandes organizaciones a lo largo y ancho de Nuestra América, difieren de los métodos de tratamiento del tradicional intervencionismo social, en que la lógica burocrática y administrativista prevalece. Supone la fundación de un movimiento social y comunitario a la vez, que requiere la apertura de espacios de estudio y reflexión, (no solo de escucha pasiva), de debate y producción de soluciones a  la realidad alimentaria, de práctica y ejecución de estas medidas con el riesgo de cometer errores como en cualquier actividad humana, y una permanente auto y co-evaluación. Entre las medidas se encuentran acciones articuladas con las instituciones vinculadas a salud y alimentación, que permitan evaluar y reportar los niveles de seguridad alimentaria en la localidad asumiendo con las instituciones especializadas como el Instituto Nacional de Nutrición y la Misión Alimentación, todas las herramientas técnicas y diagnósticas necesarias, así como las acciones resultantes en modo de co-rresponsabilidad. La diferencia estriba en que no es la institución interventora la que lleva el diagnóstico e introduce a la comunidad por este tamiz, sino que en una labor conjunta de sensibilización y concienciación, se generan las acciones que correspondan. La institución que debe facilitar la construcción de Poder Popular (asumiendo que todos los ministerios y entes del Estado ahora pertenecen y se deben a ese poder naciente), orienta, educa, acompaña, facilita, promueve, atiende casos urgentes que pueda encontrar, y sobre todo, persigue mayor responsabilidad de la comunidad en la gestión de su alimentación.

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