Pensar que Gadaffi y la supuesta represión contra la población fue el motivo es una idiotez. De ser así, la OTAN hubiera invadido a Colombia y asesinado a cualquiera de sus presidentes para impedir que reprimiera a la población, o invadido a Chile y fusilado a Piñera por arremeter contra estudiantes y obreros que lo rebasan en inteligencia.
Pensar que el carácter religioso del régimen en Libia es el motivo, es otra idiotez. De ser así, hubiera invadido Arabia Saudita, controlada por una monarquía ortodoxa que bien represiva y retardataria es.
El objetivo es claro y ni siquiera los más alcahuetes pueden ocultarlo. Fueron por petróleo para sus grandes industrias y su modo de vida consumista que está destruyendo al planeta y explotando hasta el extremo seres humanos.
El objetivo es claro, necesitan mostrar sus sofisticados jugueticos de guerra para venderlos por todo el planeta aunque después digan que se ven amenazados por esos a quienes armaron y con ello, justifiquen invadir tres países en menos de diez años.
Libia nos deja una triste lección, y es que por más concesiones que se hagan al imperialismo, su interés material, objetivo y concreto, siempre está por encima de las consideraciones. Así que de nada sirven los gestos de complacencia.
Es el colmo del descaro imperial, una lógica absurda a la que nos llevan los grandes amos del mundo. Venezuela no escapa a este contexto. Tenemos tres cosas vitales que nos ponen en el ojo del imperialismo: petróleo, agua y revolución.
Sin embargo, no siempre el imperialismo ha triunfado. Ni en Cuba, ni en Vietnam, pudieron. Esos pueblos pequeñitos, humildes, lograron resistir lo que el socialismo en Europa no pudo. Los pueblos conscientes, organizados y dispuestos a luchar por dignidad, los superan. Por eso, como pueblo trabajador, como protagonista de los cambios que está viviendo el mundo, que ha animado a todos los pueblos a levantarse en Grecia, Italia, España, Chile, Inglaterra e incluso EEUU, debemos armarnos de ideas, de organización y de capacidad de defensa.
Está a la vista, el imperialismo se siente amenazado, ataca porque se debe defender, puesto que va en retroceso. Los pueblos lo avasallan por todos los frentes y en todos los países. Hoy como nunca la lucha de clases es internacional. Tod@s los que nos resistimos a morirnos de hambre, a ser explotad@s, estafad@s, marginad@s y humillad@s por unas doscientas cincuenta familias ricas y sus capataces en cada país, nos levantamos. Ellos se resisten a que las cosas cambien. No hay alternativa. O nosotros y nosotras con “la mayor suma de felicidad posible”, o ellos con su mundo absurdo y sádico. ¡O Socialismo o Barbarie!
En Venezuela, como en Libia, no decide una sola persona como pretenden hacerlo ver. Es el pueblo el que tiene la última palabra.
¡Patria Socialista o Muerte!
