martes, 28 de febrero de 2012
Una nueva técnica aplicada al sistema inmunológico podría combatir el cáncer
En un nuevo estudio, publicado en ‘Nature Medicine’, investigadores de la Universidad de Loyola, en EE.UU., han descrito una nueva y prometedora técnica que podría convertir a las células T asesinas del sistema inmunológico en armas eficaces contra las infecciones y el cáncer.
La técnica consiste en la introducción de ADN en las células instructoras del sistema inmunológico; así, el ADN dirigiría estas células para que produzcan, en exceso, una proteína específica que impulsa el desarrollo de importantes células T asesinas. Estas células asesinas suelen ser reprimidas en los pacientes con VIH, o cáncer, explica el doctor José A. Guevara-Patiño, autor principal del estudio, profesor asociado en el Instituto de Oncología de la Universidad Loyola.
Guevara y sus colaboradores afirman que la técnica ha demostrado su eficacia en el sistema inmune de ratones inmunodeficientes, y en las células T asesinas tomadas de personas con VIH -los ensayos clínicos en pacientes con cáncer podrían comenzar en unos tres años.
El estudio se centró en las células asesinas conocidas como células T CD8 y sus células instructoras, conocidas como células presentadoras de antígenos. Las células instructoras se encargan de que las células T CD8 se conviertan en células T asesinas, destinadas a destruir células infectadas o células de cáncer, y de que permanezcan vigilantes si los patógenos reaparecen, o si el cáncer vuelve a aparecer.
Además de recibir instrucciones de las células presentadoras de antígenos, las células T CD8 necesitan la colaboración de células T ayudantes para convertirse en asesinas eficaces. Sin esta ayuda, las células T asesinas no pueden hacer su trabajo.
En los pacientes que tienen VIH, el virus destruye las células T ayudantes; y en los pacientes con cáncer, éstas células T también se ven afectadas. Entre las propiedades insidiosas de un tumor, se encuentra su capacidad para evitar que las células T asesinas los ataquen, mediante la supresión de las células T ayudantes, limitando su capacidad para ayudar a las células T CD8, según explica el doctor Andrew Zloza, uno de los autores principales del estudio.
En el estudio, se introdujeron fragmentos de ADN en las células ayudantes -mediante un dispositivo conocido como pistola de genes- para que estas células produjeran proteínas específicas, que actúan como claves moleculares. Cuando las células T CD8 interactúan con las células ayudantes, las mencionadas claves moleculares desbloquean las propiedades asesinas de las células T CD8, estimulándolas para que ataquen a los agentes patógenos y las células cancerosas.
Con el uso de esta técnica, las células T asesinas no necesitan la ayuda de las células T auxiliares, así que, incluso si un tumor suprimiera su actividad, las células T asesinas todavía serían capaces de matar a las células cancerosas.