martes, 15 de noviembre de 2011

CLAUDIA RODRÍGUEZ GILLY ACTIVISTA DE DERECHOS HUMANOS

Ver a niños entre 4 y 7 años jugando a dispararse, con armas de fuego de juguete de diferentes tamaños es algo que, como madre, me pone a pensar. Los juegos bélicos son una forma de legitimar la violencia, de hacerla cotidiana; podemos inferir que los niños y niñas entienden que es “normal” resolver los problemas y diferencias eliminando al otro o a la otra.

Desde este punto de vista, que el Estado venezolano haya promulgado, en diciembre de 2009, una Ley para la Prohibición de Videojuegos Bélicos y Juguetes Bélicos luce adecuado. “Esta ley tiene por objeto prohibir la fabricación, importación, distribución, compra, venta, alquiler y uso de videojuegos bélicos y juguetes bélicos”. Gaceta oficial Nº 39.320.

JUGUETES COMO PROMOVEDORES DE VIDA

Asimismo, expresa que “el Estado tiene entre sus fines esenciales, la construcción de una sociedad justa y amante de la paz…”, y plantea que “todo videojuego y juguete debe promover el respeto a la vida, la creatividad, el sano entretenimiento, el compañerismo, la lealtad, el trabajo en equipo, el respeto a la ley, la comprensión, la tolerancia, el entendimiento entre las personas y el espíritu de paz y la fraternidad”.

EFECTO SIMBÓLICO

Por otro lado, aunque prohibir la venta de juegos y juguetes bélicos no soluciona la situación, esto tiene un efecto simbólico y probablemente pueda indirectamente influir a favor de mejores indicadores de seguridad, pues no sólo se sanciona y penaliza la distribución, también se envía un mensaje a la familia venezolana. Y permite profundizar y problematizar los motivos por los cuales los niños juegan a la guerra.

EL LADO POSITIVO

Los juegos bélicos contribuyen a crear, en los niños, conciencia del mal y el impulso interno de experimentar la lucha entre iguales. Jugar a pelear permite medir fuerzas, experimentar la rivalidad, conocer límites de manera saludable, es una violencia con la que se puede experimentar y aprender.

Como madre, no soy capaz de regalar un arma a mis hijos e hijas, pero jugar a la guerra no se puede sancionar; con o sin arma bélica, los niños y las niñas se seguirán expresando, se seguirán recreando e integrando a través de la fantasía, las condiciones del medio social en el que vivimos, no sólo porque la realidad se impone, sino también porque responden a sus instintos e impulso de protección, refugio y defensa.

15/11/11.-

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