martes, 10 de enero de 2012

Quienes nos espían, nos acusan de espiarlos

Livia Acosta, quien se desempeñaba como Cónsul General de Venezuela en Miami, ha sido acusada de espionaje por el Departamento de Estado norteamericano, que le exigió abandonar territorio estadounidense de inmediato. Supuestamente la funcionaria actuó en "complot" con hackers iraníes para un "cyberataque" contra Estados Unidos, y supuestamente también monitoreaba a cientos de miles de activistas venezolanos que viven en Estados Unidos.


Hablemos de espionaje. Pero seriamente.

Hasta el año 2002, el sistema informático de nuestra industria petrolera venezolana era dirigido por la empresa Intesa, que a su vez era controlada por la empresa estadounidense SAIC (Science Applications International Corporation). Esta empresa es dirigida por ex miembros de organismos de inteligencia estadounidense, trabaja cotidianamente con el Departamento de Defensa de EEUU, la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) y muchos otros entes militares y agencias de inteligencia. El control informático que tenían sobre la industria petrolera les facilitó su paralización por 69 días, en un intento de derrocar al Presidente Hugo Chávez.

Hablemos de espionaje.

El año pasado, cables entre la embajada estadounidense en Caracas y el Departamento de Estado revelaron que Gonzalo Fernández Tinoco, Gerente General de Microsoft Venezuela en 2006, había enviado al Encargado de Asuntos Económicos de la embajada memos internos de Pdvsa, preocupado por la migración a tecnologías libres que se planeaba dentro de la industria, ello a pesar de que todo memo de Pdvsa es considerado confidencial. Microsoft dio la información a la embajada estadounidense para pedir ayuda con respecto a las intenciones del Estado venezolano de migrar a software libre. La información fue divulgada por Wikileaks, siendo publicada en Aporrea y en el diario capitalino CiudadCCS (ver http://www.ciudadccs.info/?p=209246). Microsoft no fue castigada de ninguna forma por su acto de entrega de memos confidenciales a una embajada extranjera. Los convenios millonarios que el Estado venezolano mantiene con ella continuaron adelante.
Hablemos de espionaje.
Casi todos los ministros, viceministros, directores generales y personas con responsabilidades dentro del gobierno bolivariano usan celulares Blackberry. Cuando un ministro usa su Blackberry para "enviarle un PIN" a algún colega o subordinado, el mensaje viaja desde su teléfono móvil, pasa por los cables submarinos de fibra óptica que comunican a Venezuela con los Estados Unidos, continúa viajando por Internet a través del territorio estadounidense hasta Canadá, a los computadores de la empresa canadiense RIM, donde es almacenado hasta que el Blackberry del receptor se encuentre disponible, emprendiendo el viaje de regreso. El mensaje supuestamente viaja encriptado, pero es imposible para ninguno de nosotros verificar cómo se almacena el mensaje en en los servidores de RIM, o si alguna agencia de seguridad extranjera los intercepta y revisa durante todo ese viaje de ida y vuelta por la Internet estadounidense.

Todo lo dicho arriba también es válido si usas LiveProfile, WhatsApp, GTalk, MSN Messenger, Twitter, Facebook o Identica, ya sea en un iPhone, un Nokia, un Blackberry o un Android. Esto continuará ocurriendo hasta que construyamos una red de mensajería instantánea, propia, venezolana y encriptada, que pueda usarse en los dispositivos móviles de quienes trabajan para el Estado.

Hablemos de espionaje. En noviembre de 2011, el investigador Trevor Eckhart anunció haber descubierto que la empresa estadounidense Carrier IQ, en complicidad con numerosas
operadoras de telefonía móvil, había colocado en millones de celulares un software oculto que monitoreaba, guardaba y transmitía las acciones de los usuarios, incluyendo todo lo que tecleaban en sus aparatos, los mensajes de texto que enviaban, los sitios web que navegaban y mucha información adicional. El software estaba implantado en celulares Android, iPhone, Nokia y Blackberry. Las operadoras aseguran que la información se usaba para "mejorar la experiencia" de sus usuarios. Si bien no se pudo comprobar que el software espía de Carrier IQ esté presente en celulares venezolanos, tampoco se puede asegurar que no hayan otros softwares similares.

Hablemos de espionaje.

En abril de 2011 el entonces presidente del CNTI, Carlos Figueira, reconoció que sólo el 27% de las computadoras de escritorio del Estado venezolano, y sólo el 60% de los servidores, han migrado a tecnologías libres (ver http://www.rebelion.org/noticia.php?id=125855). Esto significa que decenas de miles de computadores de los entes públicos venezolanos continúan usando software cerrado, como Microsoft Windows y similares, del cual es imposible conocer si hay puertas traseras y mecanismos de espionaje o monitorización instalados. Desde 2004 hay un decreto presidencial para migrar a tecnologías libres, que tienen la particularidad de ser totalmente abiertas, revisables y auditables.

Hasta diciembre de 2011, Cantv continuaba vendiendo computadores VIT con licencias de Windows originales, compradas a Microsoft. No sólo permitimos que nos espíen, sino que les pagamos por ello y les damos las gracias.

Hablemos de sabotaje.
El presidente Mahmud Ahmadineyad visita Venezuela y Latinoamérica. Meses atrás, él tuvo que reconocer que la  Central Nuclear de Bushehr fue afectada en sus operaciones por el virus Stuxnet, creado por los gobiernos estadounidense e israelí, en aparente cooperación con la empresa Siemens, buscando sabotear los sistemas computarizados SCADA hechos por esa empresa, que se encargan del funcionamiento automatizado de la central nuclear. El virus se esparció gracias a debilidades de Microsoft Windows.

Curiosamente, los sistemas SCADA en la industria eléctrica venezolana también son marca Siemens, y el sabotaje en la industria eléctrica fue un tema recurrente en 2010 y 2011. Siemens también fue acusada por Grecia en 2011 de sobornar con millones de euros a funcionarios público para amañar las licitaciones durante las Olimpiadas de 2004. Pdvsa se toma el asunto con seriedad, construyendo a través del proyecto "Guardián del Alba" un SCADA propio.

Hablemos de espionaje. El censo en Venezuela en 2011 se realizó usando tecnologías cerradas basadas en Windows y bases de datos Oracle, un software para almacenamiento de datos
totalmente cerrado, construido por una empresa que nació hace tres décadas como un proyecto de la CIA, y que hoy trabaja cotidianamente con el gobierno estadounidense. El sistema nacional de identificación basado en la nueva cédula electrónica también iba a ser construido usando tecnologías cerradas basadas en Oracle, si bien el equipo liderado por el director del Saime, Dante Rivas, aparentemente está trabajando en implementar alternativas de código abierto.

Hablemos de espionaje.

En los años sesenta los insurgentes venezolanos eran unos verdugos en el anonimato y la evasión: hablaban en clave, se hacían señas usando plantas, puertas, toques y chillidos; se telefoneaban evadiendo a la Digepol, tenían múltiples identidades y sabían disfrazarse hasta con un coleto. Hoy sus nietos tienen perfiles en Facebook donde suben sus fotos y las de sus padres y hermanos; muestran sus vehículos, señalan dónde pasan sus vacaciones, geolocalizan sus viviendas, identifican sus sitios de estudio y trabajo, etiquetan a sus parejas, delatan a sus amigos, tuitean sus pensamientos y guglean sus emociones. Dejan a los agentes de la CIA sin empleo.

Hablemos de conformismo y facilismo.

El cinismo de  quienes nos espían se maximiza en muy alta definición, cuando nos acusan a nosotros de ser los espías. Pero nosotros también tenemos la culpa cuando les ponemos a ellos las cosas tan fáciles: Difícilmente veríamos a algún funcionario del gobierno de Barack Obama usando un celular ensamblado en Venezuela: ellos saben que nos estarían dando un poder inmenso. Ni tampoco usarían los servicios de empresas o entes venezolanos, a menos que pudieran auditarlos completamente y asegurarse hasta la más mínima duda de que no los estamos monitoreando. Nosotros, en cambio, les ponemos todo en bandeja. Usamos sus productos, sus servicios y su tecnología para decirles todo lo que planeamos hacer y cómo lo estamos haciendo. Y hasta les pagamos por ello.

Apoyemos y defendamos a Livia, pero apoyemos también la iniciativa de quienes luchan por tecnologías libres, propias y venezolanas.

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